Ayer fue un día raro... un día de esos en los que te sientes tan antisocial que a penas quieres saber nada de nadie y que incluso llega a crisparte el sonido de los mensajes en el móvil. Todos necesitamos tiempo y espacio. Todos necesitamos parar a veces y recapacitar sobre uno mismo.
En esos días, mi necesidad de hacer "esas cosas" que has tenido ahí pendientes durante meses, se acentúa y acabo ordenando el armario ó haciendo limpieza de botiquín, alacena y nevera (sí, soy mala persona... a veces me caduca algo... aunque sea un huevo ó un sobrecito de Frenadol). Supongo que haciendo esto mi mente me da por las noches una palmadita en la espalda diciéndome algo así como "Olé Arro, qué apañá... venga va... a la cama, que te lo mereces" y así me voy a la cama orgullosa de no haber tirado el día por la ventana.
El caso es que fue un día agotador física y mentalmente, así que por la noche necesitaba una ducha suave que me hiciese desconectar, ponerme el pijama y acostarme a ver cualquier película que estuviesen haciendo (total, qué más da qué peli sea... si voy a durar 10 minutos...).
Esta fue mi ducha y después os cuento por qué elegí estos productos en esta ocasión: